Iglesia de la Asunción de María
La Parroquia de la Asunción de María se construyó durante la segunda mitad del siglo XVIII, de estilo neoclásico, con una portalada bien ornamentada con hornacinas hoy vacías, un cloqué majestuoso ochavado de tres cuerpos y andamio con piedras del antiguo templo y el derribado castillo de Les Borges Blanques.
Alrededor del año 1880 se concluyó el Altar del Sagrado Corazón de Jesús y después, una persona hija de Les Borges costeó el altar de San Antonio de Padua, adosado a la pared de la escalera del Corazón. Durante la Guerra Civil se incendió y seguidamente se reconstruyó.
La actual Iglesia Parroquial de la Asunción es un templo neoclásico, del que podemos destacar el campanario, terminado a finales del s. XIX con sillares que se aprovecharon al derribarse el castillo, como se puede apreciar en algunas piedras en la escalera de caracol que asciende. La altura hasta la bola que lo remata es de 50 metros, y está equipado con nueve campanas. La campana más pequeña es la única antigua.
El órgano de la iglesia, procedente del Seminario de Lleida, fue fabricado en el siglo XIX en Barcelona y, como todos los órganos de viento, cuenta con más de 200 tubos. Destacan las pinturas realizadas por el artista local Carme Benet.
Escudo embaldosado: de oro, cuatro palos de gules; resaltando sobre el todo, un buey pasante de plata superado de una rama de tres tallos de sinople flordelisados de plata. Al timbre, una corona de ciudad.
Historia
Los testimonios más excepcionales de la Prehistoria de este municipio se localizan en el santuario de las Rocas Guárdies II, descubiertos por la arqueóloga Anna Alonso en 1985. En este espacio sacro —un pequeño abrigo al aire libre— se conservan pinturas rupestres de los grupos humanos neolíticos, el conocido bajo el nombre de Arte esquemático (6500-3500 años antes del presente), en realidad una expresión fundamentada en la abstracción (trazos, puntos, máculas..) de una modernidad extraordinaria pues están próximas a lo que en arte contemporáneo se conoce como gestualismo. Como testimonios inigualables de las creencias de aquellos grupos humanos y, en definitiva, de su capacidad intelectual han sido declarados por la UNESCO, desde 1998, Patrimonio Mundial. Contrasta, sin embargo, su situación real sin ningún tipo de protección —como lo está el 88,45 % del arte prehistórico de Lérida— lo que supone un permanente peligro para su salvaguarda.
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