lunes, 3 de abril de 2023

Montblanc (Tarragona) Cataluña

Plaza Mayor

Formada por arcos de medio punto y realizada en piedra, en la que destacan muchos edificios . Pertenece al conjunto del casco histórico de la ciudad que merece la pena recorrer con calma y disfrutando de los detalles. Poco nos costará dejar volar la imaginación y pensar como debía ser la vida en épocas anteriores.






Iglesia de Santa María

La localidad de Montblanch fue fundada en 1163 por Alfonso el Casto y, siete años después, ya se encuentra documentada una primitiva iglesia románica dedicada a Santa María.

El recinto tiene una longitud de unos 1.700 metros con una altura media de 6 metros y un espesor de aproximado de 1,20 metros. Por encima del paso de ronda hasta las almenas, el espesor es de medio metro. Antiguamente todo el recinto estaba rodeado por un foso que daba más altura a las construcciones, en la actualidad ha sido rellenado por tierra.






Semana medieval

Sant Jordi mató al dragón en esta localidad tarraconense que lo celebra recreando la Edad Media en sus calles y con un gran espectáculo teatral.


Cooperativa

De oro, cuatro palos de gules, sobre el todo un monte florliseado de argén. Al timbre, corona de duque.

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Los testimonios más relevantes de la presencia humana temprana en estos territorios corresponde al importante grupo de abrigos con arte rupestre prehistórico de dos etapas culturales bien distintas. Los más antiguos pertenecen al de los grupos cazadores-recolectores epipaleolíticos, 

Se han encontrado pinturas paleolíticas en cuevas del término municipal.

Entre los siglos IV a. C. y el siglo II a. C., había un poblado de la tribu íbera cossetanos en el Pla de Santa Bárbara. También se encontraron rastros romanos de principios de nuestra era.

A principios del siglo XI se fundó un pueblo conocido como Duesaigües donde los ríos Anguera y Francolí se juntaban.


Para favorecer la repoblación de la Cataluña Nueva, el conde Ramón Berenguer IV otorgó licencias libres de impuestos (no pagar usatges, ni censos, ni tasas por la leña ni agua) a algunas poblaciones, entre ellas Duesaigües. Entonces, en 1155, la población se rebautizó como Vilasalva (villa salvada -villa libre de impuestos-).


Las continuas inundaciones y la necesidad de poseer una fortificación en el camino de Lérida a Tarragona, decidió al rey Alfonso II a trasladar la población a un pequeño monte cerca de allí y otorgó la nueva carta de población a Pere Berenguer de Vilafranca. Así nació Montblanch, era febrero de 1163.


La villa creció rápidamente; en 1170 ya están documentados el castillo y una pequeña iglesia románica dedicada a Santa María. Apareció el barrio del Mercado, con actividades comerciales.


Durante el siglo XIII Montblanch creció gracias a nuevos privilegios reales y a la concesión de mercados y ferias de ganado. Se constituyó el municipio por orden de Pedro el Grande el año 1284, la veguería de Montblanch y se fundaron las Escrivanías Reales y el Estudio Mayor.


La villa adquiere importancia dentro de Cataluña. En estos tiempos se construyen la iglesia de San Miguel, la judería, y los conventos de San Francisco, de la Serra y de la Merced, así como el hospital-iglesia de San Bartolomé y de Santa Magdalena. Y también algunos edificios civiles como la Casa de la Villa, el Palacio Real y la Casa de los Josa.


En Valencia hay una calle dedicada a Montblanch, regalo del rey Jaime el Conquistador a la villa agradeciendo la ayuda de un grupo de nobles locales que viajaron con él a la conquista del Reino de Valencia.


El auge más importante de la villa es en el siglo XIV cuando llega a ser la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes, después de Barcelona, Lérida, Tortosa, Gerona, Tarragona y Puigcerdá, y una villa con un importante peso económico. El rey Juan I concedió a su hermano (y futuro rey) Martín el Humano el título de duque de Montblanc.


Se celebraron Cortes algunas veces;

En 1307 por Jaime II. En 1333 por Alfonso III. En 1370-71 por Pedro III. En 1410 se reunió el Parlamento General de Cataluña en Montblanch. En 1414 por Fernando I. En 1640, Felipe IV proyectó unas cortes en Montblanch que no llegaron a celebrarse.

En esta época se construyen las obras más importantes de la villa; la muralla (con 31 torres y 5 puertas), la iglesia de Santa María, el hospital de San Marcial y el Palacio de los Alenyà. Se cubrió el torrente Riuot, que pasa por el centro de la villa y se edificaron molinos, puentes, la prisión, etc.

Desde principios de siglo XV, el párroco de Montblanch tiene el título de Plebán. Hoy en día sólo hay dos más: en Oliva y en Onteniente, ambas en Valencia.


A finales de siglo, Montblanch cayó en desgracia. Malas cosechas, epidemias y la Guerra civil catalana acabaron con el crecimiento espectacular de la Villa Ducal. Las murallas y muchas casas y puentes se vieron gravemente afectados.


Durante los siglos XVI y XVII se produzco una mejoría pero la Guerra de los Segadores fue un golpe muy duro para la villa; se destruyeron parte de las murallas, se quemaron los archivos y, durante su retirada, las tropas castellanas del General Palavicino bombardearon la iglesia gótica de Santa María. Se produjeron asaltos, saqueos e incendios, todo ello arruinó definitivamente la población, que perdió su peso económico y político. Este episodio se conoce como La Gran Quemada

Con la Guerra de Sucesión la villa perdió sus privilegios y su veguería. La Guerra de Independencia y las peleas entre liberales y carlistas dieron la puntilla.

La población se fue recuperando rápidamente a mediados del siglo XIX con artesanos y agricultores del cultivo de la vid. Se produjo una explosión demográfica y comercial con la llegada de mejores comunicaciones (carreteras a Valls -1821- y a Reus -1843-) y, sobre todo, con la llegada del tren el 1863. Para dejar paso a los carros llenos de aguardiente, entre los años 1855 y 1865 se destruyen los arcos que cubrían la calle mayor. También se destruyen las puertas amuralladas de entrada y salida de la calle mayor (de San Francisco y de San Antonio).


Todo esto acabó con la llegada de la filoxera, que arruinó las vides completamente. Hasta mediados de siglo XX no se empezaría a notar una mejoría de la zona, y en los últimos años ha sufrido la transformación más grande de su historia, superando la cota de los 6.500 habitantes.

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