Valls es una ciudad y municipio español perteneciente a la provincia de Tarragona (Cataluña), capital de la comarca del Alt Camp. Con una población de 24 727 habitantes (INE 2022) representa más de la mitad de la población de la comarca. Se encuentra en el área conocida como Campo de Tarragona junto al río Francolí.
La Gran Fiesta de la Calçotada de Valls
Es la cita más esperada para los aficionados a las calçotadas, que son muchos, y no solo porque marca el inicio de una temporada de calçots que, en realidad, ya hace semanas que ha empezado, sino porque es un verdadero festín gastronómico. El último domingo de enero —este año es el 29 de enero— las plazas del municipio de Valls (Tarragona) acogen la Gran Fiesta de la Calçotada, una celebración histórica y popular que alcanza ahora su 41 edición. Su programa, como siempre, promete bullicio, concursos y todo lo que podáis imaginar relacionado con estas cebollas tiernas, que tienen IGP propia y que crecen en cuatro comarcas: Alt Camp, Baix Camp, Tarragonès y Baix Penedès.
La ciudad de Valls está enclavada en una zona de paso. Esto hace que desde la prehistoria la zona haya sido ocupada por el hombre. Son buena muestra los hallazgos del yacimiento de Picamoixons, entre otros. Más adelante, en la época de los íberos y en la posterior romanización, los parajes de Valls fueron habitados con intensidad. El yacimiento ibérico de El Vilar y el horno de época íbero-romana de Fontscaldes así lo evidencian.
Pero el nacimiento propiamente dicho de la ciudad no se produjo hasta la primera mitad del siglo xii, una vez derrotados los sarracenos que poblaban Siurana y la sierra de Prades. En el año 1194 ya está documentada la iglesia parroquial de San Juan. En 1210 el rey Pedro el Católico concedió el privilegio del mercado semanal. En 1229 la ciudad ya tenía sus Ordinacions Municipals, unas de las más antiguas de Cataluña, lo que demuestra ya la complejidad de la estructura económica y social de la ciudad.
La villa tenía dos puntos neurálgicos: la iglesia parroquial de San Juan, románica, y el castillo, propiedad del arzobispo, el cual era señor absoluto del municipio desde el año 1391, en que el rey Juan I le vendió su jurisdicción. Fue en esa época, en el último tercio del siglo xiv, cuando se configuraron los límites de la ciudad antigua al construirse las murallas. En 1410 predicó en la ciudad san Vicente Ferrer, y el 27 de junio del mismo año la ciudad recibió solemnemente al papa Benedicto XIII de Aviñón.
La villa tenía una gran vitalidad y se convirtió en la segunda población del Campo de Tarragona a lo largo de los siglos XIV, xv y xvi. Fue este último siglo el que vio la construcción de varias iglesias y conventos y varias obras civiles de importancia. La más emblemática fue la construcción de la nueva iglesia parroquial de San Juan, entre el 1569 y en 1583.
Después del empuje constructor de finales del siglo xvi, el siglo xvii comenzó con crisis constantes que se agravaron con la guerra contra Francia y más tarde con la guerra dels Segadors. La ciudad de Valls, situada en un punto estratégico entre Lérida y Tarragona, se vio acosada una y otra vez por las tropas invasoras, y en agosto de 1694 se produjo el alboroto de los pobres, que se extendió a Solivella. Pasada la guerra la ciudad recobró su pujanza económica hasta principios del siglo xviii en el que nuevamente se vio acosada, ahora con motivo de la guerra de Sucesión. En 1709, el archiduque Carlos concedió el título de ciudad a la villa, por los grandes servicios prestados a su causa; un título que Valls perdió al imponerse el rey Felipe V en la corona española. Formó parte de la Veguería de Tarragona hasta el 1716. Luego pasó a formar parte del Corregimiento de Tarragona desde el 1716 hasta el 1833.3
La entronización de la nueva monarquía hizo aflorar nuevos dirigentes, especialmente la familia Veciana, que dirigirá el cuerpo de los Mosos de Escuadra, nacidos en la ciudad. A lo largo de la centuria se vio la construcción del nuevo santuario de la Virgen del Lledó, de la iglesia de San Antonio y del cuartel. Fue un momento de gran expansión económica en la que destacaba el cultivo de la vid y su comercio. El siglo xviii se terminó con la fundación de las Fiestas Decenales de la Virgen de la Candelaria, en el año 1791, de gran repercusión en la historia de la ciudad, y con la aparición de las primeras manifestaciones del hecho casteller tal como lo conocemos ahora.
El siglo xix se inició con la invasión francesa durante la cual se produjo la batalla del Puente de Goi el 25 de febrero de 1809, siendo saqueada la ciudad (motivo por el cual su nombre aparece inscrito en el Arco del Triunfo de París), y continuó con las Guerras Carlistas. El rey Fernando VII fue acogido en la ciudad el 3 de abril de 1814 que, al ver desde el balcón del Ayuntamiento las habilidades de los castellers exclamó: «esto es una magnífica escuela de ladrones». Todo el siglo se vio constantemente sobresaltado por motines (1834 y 1845), hechos revolucionarios (1868 y 1869) y enfrentamientos entre patrones y obreros. Unos enfrentamientos lógicos si pensamos que la ciudad contaba con una fuerte industrialización, especialmente en el ramo textil, teniendo una repercusión internacional. Téngase en cuenta, además, que en 1842 Valls llegó a los 16.084 habitantes, por lo que efímeramente se convertía en la cuarta ciudad de Cataluña en peso demográfico, después de Barcelona, Reus y Tortosa. En 1850 fue inaugurado el Teatro Principal, siendo de los primeros que se construyeron en Cataluña.
La inestabilidad social y la plaga de la filoxera, que afectó a la viña, provocaron un hundimiento económico de la ciudad. Sin embargo, en las dos últimas décadas del siglo, Valls vio varios hechos importantes, como la creación de la fábrica de gas (1880), la fundación del Banco de Valls (1881), la llegada del tren Barcelona-Vilanova-Valls (1883), el nacimiento de la Sociedad Agrícola (1888) y la construcción del campanario de San Juan (1897), el más alto de Cataluña.
La tarde del 14 de abril de 1931 se proclama la Segunda República Española en Valls, y el domingo 19 de abril se realizan los conocidos castells, para celebrar la apertura de una nueva era en España. Durante la Guerra Civil fue bombardeada los días 6 y 14 de enero de 1938 fiel a la república, poco antes de la toma de Tarragona por parte de las tropas sublevadas. Sufrió la persecución religiosa y el saqueo y quema de iglesias y capillas, así como también los fusilamientos contra republicanos, catalanistas y militantes de otras ideologías de izquierda.
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