viernes, 8 de diciembre de 2023

Miralcamp (LLeida) Cataluña

Miralcamp es un municipio de la provincia de Lérida, situado en la comarca de la Plana de Urgel, Cataluña.

El término municipal forma parte de una conurbación con centro en Mollerusa y los municipios de Palau de Anglesola, Golmés y Fondarella . El pueblo está comunicado con esta comunidad por la carretera L-200 y a tan solo dos kilómetros de la línea de ferrocarril Lérida-Manresa (Mollerusa).
Superficie14,8 km²
Población1366 hab. (2023)


Iglesia de San Miguel 

Presidiendo la colina donde se levanta el pueblo de Miralcamp se ubica esta iglesia, de una sola nave con capillas adosadas. La iglesia, de origen gótico, presenta una planta de cruz latina siguiendo una modelación que se repite tres veces (8,75 mx3) en la longitud de la nave. Este mismo motivo 8,75 m vuelve a dotarse en la longitud de los brazos de la nave de crucero. El interior disfruta de un espacio que se ofrece como un lugar único, roto tan sólo por pequeñas capillas laterales situadas entre los contrafuertes. Tres de éstas son góticas, otra barroca, de trabajo bastante cuidado y que posiblemente sustituyó a una antigua capilla gótica derribada y, finalmente, otra capilla -donde ahora se encuentra la pila bautismal- que no procede en la distribución espacial del conjunto. 


La iglesia termina con un ábside poligonal precedido por el transepto, en medio del cual se levanta un cimborrio ochavado. En el exterior, la fachada es de gran austeridad. En la parte inferior, una portada rectangular y alineada, coronada por un frontón. A dos bandas una columna exenta (con el fuste trabajado con dos tipos diferentes de ornamentación acanalada), que descansa sobre un plinto rectangular donde se han esculpido sendos medallones. Remate por un capitel con hojas de acanto y volutas, la une con el frontón un soporte decorado con cabezas de angelotes. El tímpano de éste es ocupado por una gran concha semicircular y en el vértice el Sagrado Corazón, rodeado todo por una decoración dentellada. Bajo el frontón aparecen una serie de ornamentaciones vegetales, flechas y dos animales alados con remates vegetales -que entroncarían con una tradición medieval- enmarcando la cabeza de Jesucristo. Las proporciones, decoración y disposición de los detalles de la portada le dan un aire muy clásico, que no desluce el resto de la fachada. En la parte cental un oculus calat sirve de atadura entre la parte inferior y la superior, donde se encuentra un campanario a la derecha que comunica, mediante un original pasillo balustrado, con una torre a la izquierda. 

Posteriormente, la iglesia se amplió, se levantaron las naves laterales y se reconstruyó con bóveda de crucería y tercelitos. Asimismo se alargó la nave central con la creación del transepto, cimborrio y ábside. La falta de piedra en toda la zona obligó a transportarla en ferrocarril desde la cantera del Talladell a la estación de Mollerussa. Por último, mencionar los antiguos retablos que hubo en el interior de la iglesia y que fueron destruidos en la Guerra Civil, y reemplazados por otros entornos del año sesenta, salieron del taller Borràs de Lleida.

 Escut de Miralcamp.svg

Miralcamp
Escudo en losange de ángulos rectos: En campo de oro, tres fajas vibradas de sable; brochante sobre el todo, una espada flameada de plata puesta en palo. Al timbre, una corona mural de pueblo.

Historia y patrimonio

Miralcamp se encuentra situado en las tierras de la llanura de Urgell, en un lugar privilegiado en lo alto de la colina llamada la Serra, desde donde se puede divisar toda la llanura de Urgell. Hasta la actualidad, los conocimientos históricos de Miralcamp no permiten afirmar, hoy por hoy, la existencia de vida o de un posible poblamiento en época prehistórica. Esto no implica que esta zona hubiera sido inédita o totalmente desconocida por nuestros antepasados. Las investigaciones llevadas a cabo en sus lugares inmediatos evidencian restos materiales que nos constatan la existencia de actividad humana en lugares cercanos, en el término que actualmente comprende Miralcamp. Desde el siglo VIII, las tierras leridanas se vieron invadidas por el elemento sarraceno. Esto formó una especie de franja, tierra de nadie, en la que no hubo un proceso evolutivo en el cultivo de las tierras y la población. Hacia el siglo XI empezó a haber una restauración cristiana en las tierras entre el río Segre y la zona de la Segarra. Los condes y sus obispos ayudaron a realizar esta tarea. A mediados de la década de 1070, el conde Ermengol IV de Gerb aseguró la línea fronteriza hasta Agramunt y Barbens, empalmando con las posiciones barcelonesas de Cervera e Anglesola. La empresa militar iniciada hacia el año 1078 permitió liberar toda la ribera del Sió y el Pla d'Urgell, este avance permitió emprender la repoblación de la llanura de Urgell en sus dos sectores: Ribera del Sió y plana de Mascançà, al norte y al sur de la sierra de Almenara. Esta actividad organizadora de núcleos locales se desarrollará, sobre todo, a lo largo del siglo XII, después de la conquista de Lleida por Ramon Berenguer IV en 1149, y es en esta época donde encontramos la primera noticia documentada de Miralcamp. La primera noticia escrita que tenemos se remonta al año 1172, el documento «Plazo antiqui civitatis Ilerde», transcrito en el «Libro verde pequeño de la Paeria de Lleida», da a conocer los límites del reino sarraceno de Lleida al terminarlo se la dominación musulmana. En los confines del Mascançà estaban: los Arcos, Bellvís, Sidamunt (Sidamon), Miralcamp, Torregrossa y Juneda. Aparte también encontramos Miralcamp vinculado a la casa de Anglesola desde 1175. Bernardo de Anglesola hace testamento de sus bienes antes de partir hacia Toulouse con el ejército del rey Alfonso I el Casto, y deja a Geralde ya su marido todo el impuesto de salida de Miralcamp y Golmés: más adelante, el 27 de julio de 1179, Bernat d'Anglesola vuelve a hacer testamento, dejando en este último a su hijo Pedro en el castillo de Miralcamp de su hermano Berenguer, el castillo de Sidamunt (Sidamon) y también el de Alcoletge, Mollerussa y Fondarella. Finalmente, Bernat d'Anglesola hace su definitivo testamento en 1182 y consta como señor de los castillos de Miralcamp, Paganell, Golmés, Ventoses, Gerb, Sidamon, Fondarella e Anglesola.El topónimo de Miralcamp está muy vinculado a su situación privilegiada de vigilancia respecto a la llanura de Urgell y la primera vez que es mencionado en 1172 sale con el nombre originario de Miralcamp.

NUESTROS ANTEPASADOS

El poblamiento de la Catalunya Nova, dentro de la cual se encontraba Miralcamp, se realizó en un empujón definitivo en el siglo XII, alejado el peligro musulmán. Los que vinieron a estas comarcas procedían de lugares de Catalunya Vella o del Norte de Catalunya, de los contados de Urgell o del Pallars. Respecto al número de habitantes de la villa de Miralcamp, no se tiene noticia alguna hasta el fogaje de 1365-1370. Los datos que tenemos es de un censo de 37 fuegos en la villa de Miralcamp (unos 170 habitantes). Las pestes de medios y finales del s. XIV diezmaron a la población y la gente abandonó los campos. Piensa que, de 476.820 habitantes que tenía Cataluña en 1347, se pasó a 293.352 habitantes en los años 1378-1381.

LA ECONOMÍA MEDIEVAL

A lo largo de los siglos medievales, uno de los principales factores económicos fue la agricultura. Primeramente de autosuficiencia, para después pasar a tener excedentes por vender. La economía en estos momentos era de tipo feudal. De este modo, había un señor de la tierra y éste la dejaba cultivar a cambio de unos censos, beneficios y obligaciones por parte de los campesinos, a la vez que éstos se sometieran a su autoridad. De los tipos de cultivo, debemos tener presente, sobre todo, los cereales, el trigo, la cebada y la avena. El testamento de Pere Serzano y de su mujer Guillemoneta (hecho en Miralcamp en 1408, por decreto del alcalde de la villa, Felip de Cubells, siendo señor de Miralcamp Jordi Caramany), es suficientemente revelador y nos da a entender algunos tipos de cultivos que se hacían en la villa. En el documento se hace inventario de las fincas y que se cultiva: hay una tierra que llaman Na pastora, que es baldía, un trozo en los prados, que tiene por límites a Antoni Batlle, el término de Vilaplana, Balaguer de Lluçal, y los pubills de Suriguera, con Berenguer Prat y R.Canós. Más adelante, deja un viñedo también en los prados y otro en el camino de la villa. El viñedo era un cultivo muy importante en la Edad Media. Era uno de los principales cultivos de secano, proporcionaba en el cuerpo del consumidor el carlor para soportar las temperaturas frías de la zona. A continuación, el documento, menciona un huerto con un ferraginal (trozo dedicado a plantar forraje para las bestias), sembrado de cebada, un trozo en el charco, junto al término de Vilaplana, sembrado con trigo, cebada y azafrán . Y finalmente un trozo baldío en las horcas.

LA NOTARIA DE MIRALCAMP

Este testamento nos lleva a hablar de la Notaría de Miralcamp. Los primeros documentos se datan en el año 1383, en la venta de castlánea de Bellfort y términos, autorizado por Marcos de Villa, párroco y notario de la iglesia de Miralcamp. Más adelante, en 1440, encontramos un testigo de emancipación, y un traslado del testamento de Felipe Galceran de Castro en 1452, autorizados por Jeronimo Soltville ante Pere Morell, notario. La operación se realiza en el Castell de Miralcamp. En 1464 encontramos el testamento de Magdalena de Anglesola donde figura Guillem de Arrego, párroco y notario de la iglesia de Sant Miquel del castillo de Miralcamp. En dicha notaría se hacían otros documentos, como ventas, capítulos matrimoniales, inventarios, etc., no sólo de Miralcamp, sino de las villas más cercanas, como Torregrossa, Mollerussa, Arbeca, Juneda y otros. La existencia de una notaría en Miralcamp deja patente de la importancia que en la época medieval cogió la villa, señorío y castillo de Miralcamp, donde cualquiera que quisiera podía realizar un documento sin tener que recurrir a las notarías de Lleida, Tàrrega o Cervera.

LOS EDIFICIOS HISTÓRICOS

Los edificios más importantes de Miralcamp fueron desde los primeros momentos: el castillo y las iglesias. El Castillo lo encontramos citado por primera vez en 1179, testamento de Bernat d'Anglesola, y lo volvemos a encontrar por última vez en 1457, en que Arnau Guillem de Cervelló y Elieta, su mujer, confesaron deber a lo mucho honorable Francisco Martin Gralla doce florines de oro, los cuales habían utilizado para reparar el castillo de Miralcamp. Había también dos iglesias, una dedicada a Santa María y la otra a Sant Miquel, de las cuales sólo queda la de Sant Miquel, que está ubicada donde estaba la antigua iglesia románica. Por otro lado no queda ningún resto arqueológico. Se puede afirmar que la iglesia de Sant Miquel era la iglesia del castillo y, por tanto, tenía una vinculación directa. Por último, citaremos el hospital que encontramos documento por primera vez en 1396, en el testamento de Hugo de Anglesola. Se descubre el porqué de la construcción de este hospital, pero seguramente las pestes de la segunda mitad del S.XIV provocaron la ubicación de un lugar para atender a los enfermos. Encontramos otra referencia del hospital en 1408 en unas dejas que le hacen en un testamento, y después ya no lo volvemos a encontrar más. Tampoco se sabe su ubicación por carencia de documentos y de restos arqueológicos.

LA CRUZ DE PIEDRA

Dejando a un lado el enrevesado asunto de la procedencia y función de la cruz de piedra, también llamada «de término», llegamos a un punto donde se hace necesaria la descripción y el análisis estilístico de la obra. Es interesante el capitel de tradición goticista y que gracias a un cuerpo triangular -u pináculo piramidiforme- se enlaza el soporte del conjunto -madero o árbol- con la cruz propiamente dicha. El conjunto culmina con la cruz cuya base es una especie de ábaco que viene a solventar el peligro de ruptura en un punto muy frágil. La cruz -con Cris crucificado en el centro de la cruce- presenta brazos casi rectilíneos con expansión trapezoidal en los remates. Esta característica es definitiva para enmarcarla dentro de una determinada tipología y la atrnça -junto al resto del trabajo escultórico- a las empleadas en las cruces de orfebrería góticas. La obra está ideada y proyectada -en su verticalidad- hacia un punto muy representativo donde concurren todas las líneas, imaginarias o no, trazadas por el escultor, es decir, hacia la cruz que lo identifica. Éste presenta una ornamentación a modo de encuadre que rodea y ata los cuatro brazos. El artista, así, busca una doble finalidad, por un lado la puramente decorativa, y por otro, resuelve el problema que comporta su fragilidad. Esta práctica bastante común, lleva a que el acabado final dejara adivinar una especie de florón, lo que nos vuelve a remitir al trabajo de los orfebreros.

LO SINDICATO AGRÍCOLA

Con grata sorpresa nos encontramos un edificio singular en el conjunto del pueblo. Se trata de la Cooperativa Agraria de Miralcamp, más conocida por Lo Sindicat, situado en la Avenida Doctor Garcia Teixidó, 43. Actualmente en desuso, pero ha tenido una innegable importancia, tanto en el momento de su construcción y dentro del contexto del cooperativismo de principios de siglo, como por la valía del arquitecto que lo realizó: Cèsar Martinell i Brunet (Valls 1880), que tuvo un importantísimo papel tanto en la arquitectura como en el terreno de la historia del arte. Martinell fue fundador del Grupo de amigos del arte viejo (1929), que luchó a favor de la conservación y restauración del patrimonio artístico de Cataluña. Pero lo que realmente nos interesa de Cèsar Martinell es su relación con la Mancomunitat de Catalunya, presidida en un primer momento por Prat de la Riba. A la muerte de éste (1917), fue elegido presidente el arquitecto Puig i Cadafalch, quien encargó a Cèsar Martinell la realización entre 1917 y 1923 de más de cuarenta edificios agrarios, que la Mancomunidad promovió dentro de una política económica que intentó paliar a los problemas que tenían las zonas rurales, donde todavía subsistía una agricultura más o menos arcaica. Ciertamente, la fachada del Sindicato presenta unas trazas que entroncan más con la práctica noucentista que con la modernista. Existe un proceso hacia la simplificación y la depuración de todo elemento que resulta accesorio, y en esto reside gran parte de su peculiaridad. Corona la fachada un remate de silueta ondulante de cierto regusto barroco. El espacio interior -de una sola nave- está limitado por paredes medianeras y con un tejado de dos vertientes. La idea fundamental de Martinell en la elaboración del edificio estuvo siempre encaminada a la búsqueda de un carácter funcional.

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