
Actualmente, hay cincuenta murales y grafitis repartidos por las calles del municipio, así que para facilitarte el trabajo, te presentamos tres rutas turísticas del Torrefarrera Street Art Festival que te permitirán observar las obras más representativas. En el sitio web torrefarrerastreetartfestival.cat/ puedes encontrar la Ruta Centro, la Ruta Pueblo y la Ruta Malpartit (un enclave de 16,34 km², situado en el Norte Oeste de Torrefarrera ). Las dos primeras son para realizar andando y la última de ellas en coche. Por este motivo, te recomendamos que aparques tu vehículo eléctrico y camines por el centro de Torrefarrera siguiendo el camino marcado por las rutas.
Allí podrás disfrutar de los murales espectaculares de artistas como Cristina Dejuan, Txus Montejano, Alisa Host, Alkore, Callizo o Ramel13, entre otros muchos.
Escudo de Torrefarrera

Origen del topónimo
No está claro el origen del topónimo de Torrefarrera, pero parece que puede provenir de la torre fortaleza que estaba situada en el lugar donde hoy se encuentra el municipio de Torrefarrera. Esta torre documentada en 1177, podría venir de una cesión de Ramon Berenguer IV al repoblador Ferrer o bien a una hija suya de nombre Ferrera la cual recibió la concesión de dicha torre.
Existen dos versiones sobre el origen de Torrefarrera. Una indica que está en una de tantas torres de cultivos abandonadas por los sarracenos, ocupada quizá por el repoblador Ferrer y su hijo Pere Ferrer. La otra que el origen se debe a las donaciones que el obispo Guillem Pere de Ravidats y la canónica de Lleida hicieron (1168-85) a varios repobladores, y en 1180 ya se menciona con el nombre de Torrefarrera. Torrefarrera, junto con sus términos, torres y almunias, pretendió desde los días de la conquista (1147-50) a los caballeros del Templo y formó parte de la cámara de Gardeny hasta la extinción de la orden (1312), que pasó —con los otros bienes de la orden en el país— a los hospitalarios, a los hospitalarios. El territorio se repobló rápidamente según se deduce del Libro verde de la catedral y del Cartoral de Gardeny.
Fuera como fuere, en 1186, según un documento del Libro verde, el lugar ya era repoblado con 13 familias que este año hicieron una concesión de censal a la iglesia de Torrefarrera, dedicada ya entonces a la Santa Cruz y que correspondía a una antigua mezquita que en 1168 el obispo restaurador incluyó en la prepositoria de Sant Joan de Formó parte hasta el 1186 del término de Lleida.
Aparecen dentro del término de Torrefarrera otras torres o caseríos de repobladores que perduraron hasta época moderna, como las torres de Pujalt, Vallseguer, la Grallera, etc. En el camino que todavía hoy comunica Torrefarrera con Benavent de Segrià, sobre un roquedal, estaba la Torre Grallera, de origen árabe, que en 1177 Ramon de Torroja y su esposa Gaia empeñaron en los templarios por 150 morabatinos; en 1192 se mencionan casas " in castellum et villam que vocatur Gralleram in Segriano ". Pasó a otras manos y en 1225 Arnau de Cladells la dio en la iglesia de Lleida. Quedan hoy en la partida de la Grallera notables vestigios del antiguo poblado: muros del antiguo castillo, silos, cerámica y otros elementos. En 1283 fue vendido con Benavent por los albaceas de Bernat de Tarassona en Bernat Boixó y en 1358 consta dentro de las propiedades del prior hospitalario de San Juan de Jerusalén. La Grallera era ya lugar despoblado a finales del siglo XVIII. Torrefarrera tenía 11 fuegos en 1365 y sus habitantes debían llevar anualmente a Gardeny una carga de grano por casa. Afectaron a la población las cuestiones y los litigios por las acequias derivadas del canal de Pinyana, y en el ruidoso pleito de 1549 entre la priora de Alguaire y la paeria de Lleida Torrefarrera se puso al lado de la ciudad (ya que al cerrar las palas los campesinos de Alguaire afectaban a las tierras de Torrefarrera) otros pueblos del N del Segrià (como en 1536). En general, los pueblos que procedían de la señoría de los templarios, como Corbins y Torrefarrera, no se encontraban en muy buenas relaciones con los que siempre habían sido de los hospitalarios, como Alguaire, Vilanova o la Portella.
En 1517 se edificó la ermita de Santa María de la Pardina, al tiempo que se construyó la magnífica cruz de término gótica que hasta 1936 embelleció la principal calle del pueblo. En los protocolos de Monhereu (1701-03), que tratan del cabrevamiento de Rosellón de Segrià y de Torrefarrera, constan como vigentes algunas imposiciones feudales del siglo XIV e incluso algunos de los malos usos abolidos en la sentencia de Guadalupe de 1486, de los que se habían deslizado.
Durante todo el siglo XVI, fue cuando la inmigración gascona alcanzó su cota más alta, lo que es evidente en la aparición durante este período de apellidos de aquella procedencia. La muchedumbre de adversidades que caracterizó el siglo XVII (hambre, epidemias, la Guerra de los Segadores, malas cosechas...) estuvieron a punto de hacer desaparecer a Torrefarrera para siempre. Las consecuencias de la Guerra de los Segadores fueron calamitosas por Torrefarrera. No quedó ningún edificio en pie, el término (hasta entonces fértil) quedó baldío como consecuencia de las devastaciones y pillajes. Después de un período de devastaciones como fue el XVII, el XVII se caracterizó por ser un paréntesis de paz y sin epidemias antes de la guerra del Francés.
Durante la invasión napoleónica (1808-1814), con ocasión del asedio de Lleida en 1810, Torrefarrera se convirtió otra vez en campo de batalla y sus pobladores tuvieron que volver a sufrir saqueos y todo tipo de vejaciones, incluso más despiadados que los asedios anteriores. La climatología fue otro factor desestabilizador de la economía Torrefarrerina del siglo XIX. Sequías y tormentas impedían el enderezamiento económico de la villa. Durante este siglo, se inició la abolición del régimen señorial y la aprobación de las leyes desamortizadoras, medidas que debían influir decisivamente en la transformación económica y en el desarrollo de Torrefarrera (sometida hasta entonces al dominio y jurisdicción de los sanjuanistas). Con la abolición de los señoríos y la disolución de las órdenes, en Torrefarrera finalizó la etapa de dominio señorial y se inició un período caracterizado por un cambio en todas las estructuras. Fue una época en la que además se iniciaron mejoras en las comunicaciones. Como ejemplo en 1867, el alcalde Joan Mestre pidió a la Diputación que el camino vecinal de Torrefarrera a Alfarràs se convirtiera en carretera en el Vall d'Aran. El proyecto se planteó pero no prosperó por el estallido de la revolución de 1868. Las obras se reiniciaron bajo el reinado de Amadeu de Saboya y el tramo Lleida Torrefarrera finalizó en 1872. En 1896 se instaló el suministro eléctrico en las calles de la villa y en 1917 éste llegó. En 1963 llegó por primera vez el suministro de agua potable a las casas de Torrefarrera.
Actualmente Torrefarrera disfruta de un eje de comunicaciones muy importante, la autovía A2 y la N-230 que lo une con otras poblaciones norte-segrienses: Rosellón, Alguaire, Almenar, Alfarràs y que lleva a Vielha. Los sectores primarios son muy importantes en el municipio: la ganadería y la agricultura tienen un peso muy destacado. El sector servicios está muy desarrollado así como el sector industrial.
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