Vilagrasa (en catalán y oficialmente, Vilagrassa) es un municipio español de la provincia de Lérida, Comunidad autónoma de Cataluña, con una superficie de 19,9 km², una población de 621 habitantes (INE 2023) y una densidad de población de 22,56 hab/km².
Iglesia de Santa Maria
Es de origen románico. La portada, de la segunda mitad del siglo XIII, de Escuela Leridana. De la iglesia de época medieval sólo queda la portada románica. Este edificio ya existía en época visigótica, más tarde se fue reformando y mezclando con los diferentes estilos.
El campanario de planta cuadrada es de transición del románico al gótico, ofrece una perspectiva particular por su manifiesta inclinación. Alguna vez le han llamado "la Torre de Pisa del Urgell".
En 1976 fue declarada Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) integrada en el conjunto artístico.
El campanario de planta cuadrada es de transición del románico al gótico, ofrece una perspectiva particular por su manifiesta inclinación. Alguna vez le han llamado "la Torre de Pisa del Urgell".
En 1976 fue declarada Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN) integrada en el conjunto artístico.
Evolución de la población desde 1900 hasta 2023 | |||
Año | Hombres | Mujeres | Total |
2023 | 332 | 289 | 621 |
2022 | 324 | 281 | 605 |
2021 | 310 | 277 | 587 |
2020 | 294 | 266 | 560 |
2019 | 278 | 263 | 541 |
2018 | 261 | 249 | 510 |
2017 | 270 | 252 | 522 |
2016 | 264 | 246 | 510 |
2015 | 270 | 252 | 522 |
2014 | 267 | 247 | 514 |
2013 | 266 | 247 | 513 |
2012 | 256 | 241 | 497 |
2011 | 242 | 229 | 471 |
2010 | 233 | 225 | 458 |
2009 | 233 | 222 | 455 |
2008 | 236 | 213 | 449 |
2007 | 237 | 214 | 451 |
2006 | 243 | 224 | 467 |
2005 | 235 | 228 | 463 |
2004 | 231 | 218 | 449 |
2003 | 218 | 206 | 424 |
2002 | 225 | 199 | 424 |
2001 | 231 | 205 | 436 |
2000 | 242 | 211 | 453 |
1999 | 228 | 201 | 429 |
1998 | 228 | 203 | 431 |
1996 | 220 | 203 | 423 |
1995 | 214 | 221 | 435 |
1994 | 209 | 212 | 421 |
1993 | 218 | 219 | 437 |
1992 | 208 | 209 | 417 |
1991 | 213 | 216 | 429 |
1990 | 208 | 214 | 422 |
1989 | 214 | 213 | 427 |
1988 | 217 | 217 | 434 |
1987 | 207 | 203 | 410 |
1986 | 206 | 202 | 408 |
1981 | 0 | 0 | 460 |
1970 | 0 | 0 | 501 |
1960 | 0 | 0 | 532 |
1950 | 0 | 0 | 544 |
1940 | 0 | 0 | 582 |
1930 | 0 | 0 | 614 |
1920 | 0 | 0 | 610 |
1910 | 0 | 0 | 639 |
1900 | 0 | 0 | 616 |
Vilagrasa (Vilagrassa)
Escudo en losange de ángulos rectos: Cuartelado en sotuer: 1º y 4º de azur, 5 bezantes de argén en cruz; 2º y 3º de oro, 4 palos de gules. Por timbre, una corona mural de villa.
El escudo presenta, duplicadas, las armas propias y tradicionales de la villa (los bezantes de argén sobre campo de azur) y los cuatro palos del escudo de Cataluña, que recuerdan la jurisdicción real sobre la población: Alfonso II de Aragón le concedió la carta municipal en 1185, y Pedro IV de Aragón le otorgó los privilegios de celebrar una feria anual en 1301 y un mercado semanal en 1328.
HISTORIA
Los inicios y la romanización
Los orígenes de Vilagrassa datan de antiguo. La primera noticia la encontramos en una antigua villa romana fortificada que estaba situada al pie de la antigua vía romana de Barcino en Ilerda, junto al río Ondara. Pero es necesario que nos remontemos bastante tiempo más atrás para encontrar a los primeros habitantes de la región.
La romanización en la Península Ibérica comenzó con la segunda guerra púnica, que enfrentaba a las tropas romanas y cartagineses, con la entrada en Empúries en el 218 aC de los ejércitos romanos. Entonces, Roma se hace señora del país y su influencia va creciendo a lo largo del tiempo imponiendo sus modelos y en poco tiempo toda Hispania quedó integrada en el Imperio. Fue entonces cuando se abandonaron los poblados en lo alto de las colinas y se fue ocupando progresivamente la llanura, más fértil y cómoda, ya que los peligros de ataque casi habían desaparecido.
Es dentro de este contexto en el que situamos la construcción de una villa romana en el lugar actual de Vilagrassa, fechada en los últimos tiempos de dominio romano, el llamado Baix Imperi.
Las villas eran grandes haciendas agrícolas del campo romano, que servían como gran centro agrario, pero también residencia permanente o temporal de la familia propietaria. Éste es el caso de Vilagrassa, situada en un espacio relativamente alto, pero muy cercano a un curso de agua (el río Ondara) en una zona bastante fértil, adecuada a los cultivos mediterráneos y ganadería bovina y porcina. Tenemos vestigios en el pueblo de esta villa romana, que, además, le habría dado el nombre: Villa Crassa, cuyo nombre podría venir de un antiguo propietario llamado Craso. Se localizó parte de las estructuras de la villa en el solar de Joaquim Galceran, junto a la carretera N-II, al rebajar el terreno en 1920. La excavación fue llevada a cabo por el Institut d'Estudis Catalans. Entre los hallazgos destaca un interesante mosaico datado en los siglos IV y , de 3,12 x 3,75 my conservado en el Museo de Arqueología de Cataluña. Encontraron también dos capiteles compuestos muy rudimentarios y la base de una columna.
También se podrían provenir los sillares acolchados de la base del campanario actual y que por sus características hacen pensar que la villa podía estar fortificada para defenderse de los ataques enemigos, como ladrones o pobladores del entorno. Otros restos serían grandes cortados en el Mas d´Estadella.
La edad media - Aparición de Vilagrassa
Tras la caída del Imperio romano, la zona cae en decadencia y no tenemos constancia de un poblamiento importante. Al contrario, la población permanecería diseminada durante un largo período de años. Es una época muy confusa, con el ataque de los pueblos del norte, el establecimiento visigótico y su posterior denominación árabe.
La aparición formal de la Vilagrassa actual después de este período de incertidumbre la encontramos en el contexto de la reconquista y del enfrentamiento entre los condados catalanes y los musulmanes. Los límites fronterizos se mantuvieron más o menos a lo largo de dos siglos (IX y X) a lo largo del Llobregat-Mig Segre y provocó que la zona del Urgell y la Segarra se despoblara debido a las frecuentes incursiones bélicas entre los condados y la próxima Lérida.
Es entre 1015 y 1050 cuando tenemos las primeras noticias documentadas de la zona por parte del conde de Barcelona Ramon Berenguer I. Éste empezó la conquista de la comarca segarrenca con incursiones cada vez más frecuentes en la llanura, tomando y construyendo castillos y aumentando su presencia. Se conserva un documento del 25 de febrero de 1082 que nos explica que los condes Ramon Berenguer II y Mafalda hicieron donación a Mir Ricolf, procedente de la casa de Pinós-Mataplana, del castillo de Montalbà, situado al sur del actual término de Vilagrassa.
La primera constancia de Vilagrassa la tenemos en la cesión de la cuenta Ramon Berenguer III y Dulce de Provenza a Gonter y su esposa Na Julia de unas piezas de tierra del lugar de Vilagrassa, donación fechada el 27 de noviembre de 1121, donde vemos que el sitio ya llevaba el nombre actual y parece constatar la existencia o tradición antigua de un centro agrario fértil. El mismo año, el 28 de diciembre de 1121, tenemos documentada también una carta de donación de tierras para plantar viñedos en el término del lugar de Vilagrassa a favor de Bernat Guillem y su mujer María.
Por tanto se debería mantener un centro agrario en el lugar de Vilagrassa, una especie de masía, que con la reconquista se transformó en base avanzada de las posiciones cristianas durante la reconquista. Sin embargo, en la documentación de la época se habla de Vilagrassa como sitio rural y no como posición militar destacada.
La carta de Población
La Carta de Población es un exponente y ejemplo de una fuente de derecho local medieval, que debe buscarse en el momento de la crisis del imperio romano de occidente.
Una de las fórmulas usadas para repoblar fue la del incentivo de nuevas poblaciones con unos derechos y libertades para sus nuevos habitantes que no se encontraban en las rígidas estructuras de la Catalunya Vella. Surgen por esta función las cartas de población y franquicia, términos a través de los cuales se designan un conjunto de documentación diversa encaminada a la promoción de la vida local. Eran otorgadas por el rey o por el titular de un señorío, incluso religioso, para fomentar la ocupación de un lugar o la permanencia de los habitantes, a través de la fijación de las condiciones básicas de posesión del suelo y de residencia y, en algunos casos, de las normas elementales de regencia de la vida de la comunidad vecinal.
La Carta de Población de Vilagrassa, fue otorgada por el rey Alfonso I de Aragón y Cataluña en el mes de abril de 1185, desde Lleida a los habitantes de Vilagrassa. La carta es destacada no sólo por las condiciones favorables que da a los pobladores, sino también porque es ejemplo de una nueva organización social, lejos del régimen feudal de la Catalunya Vella.
De hecho, buena parte del documento lo dedica a enumerar las nuevas franquicias y previlegios de aquellos pobladores, todas las cuales ya son señal de una nueva organización social. Muy pronto el monarca deja claro que la vial de la que hablamos es suya, y, siendo así, les da él todos los buenos usos y franquezas necesarios para vivir bien y mejorar. La afirmación positiva implica a la vez una negación. En nuestro caso, de hecho, se derogan malos usos de marcado carácter señorial. Esto queda más claro cuando adelantado el documento, especifica que libra de esorquías, intestias y cugucias a los nuevos y futuros pobladores. También entrega, en principio, pagar leve y uso. Si las relaciones personales feudales y los usos son subtituidos, también vale hacer especial mención de otro aspecto de vital importancia en la organización de una sociedad: la propiedad inmueble y de la tierra.
El monarca son en propiedad las casas, huertos y farraginales. Por tanto, la propiedad urbana, la de cultivo y los pastos. Se indica que esta donación sancionaba legalmente un reparto anterior. En este sentido debemos decir que no es común ver en las Cartas de Población y Franquicia mención alguna a particiones o distribuciones anteriores, ni tampoco que se haga referencia a la dimensión de la parcela de la casa y el huerto. Sin embargo, los habitantes de Vilagrassa no están excluidos de pagar un censo por la concesión hecha por el monarca. Deberán satisfacer seis dineros cada año por la fiesta de Navidad.
Los habitantes de Vilagrassa también son capacitados para utilizar libremente -como suya- el agua del reguero dos días a la semana y más si quieren cuando no perjudiquen los intereses reales. También concede el agua del Cercavins sin restricciones.
Los años de dominio se re
Una vez iniciada la forestación, empezaron a construirse las casas y los primeros edificios públicos, siguiendo el cánones del romántico tardío, enlazando con las primeras corrientes del gótico. Es en este contexto cuando situamos la construcción de la iglesia de Vilagrassa, iniciada poco después de la constitución de la villa y con una magnífica portada. La parroquia de Vilagrassa quedó incluida en el obispado de Vic, como el resto de las tierras del condado de Manresa. Posteriormente, en 1595 se incluyó en la nueva diócesis de Solsona, a la que pertenece todavía hoy.
Vilagrassa se mantenía como villa real dependiente directamente de la Corona catalanoaragonesa. Sin embargo, en 1223 Jaime I cedió la villa en feudo a su hermanastra Constanza, casada con Guillermo de Moncada. Empezó aquí un largo periplo del señorío de la villa de unas manos a otras, pero siempre bajo el alto dominio real. Este hecho protegió a los habitantes de Vilagrassa y contaremos con la ayuda de los monarcas en pleitos contra la también real Tàrrega y con Anglesola y su baronía. Los conflictos entre las tres poblaciones marcaron los sucesos a lo largo de toda la época medieval, con numerosos enfrentamientos y rencillas entre los habitantes de Tàrrega y Vilagrassa.
La economía del pueblo era esencialmente campesina, basada en la agricultura mediterránea (cereales, vid y olivos) complementada con la ganadería y la huerta.
La villa fue sede de un hospital. En época medieval, casi en todas las villas había un centro de estas características, dedicado a la asistencia de los más necesitados ya la atención de los viajeros.
También tenemos documentada, la existencia de una pequeña comunidad judía. Su nombre aparece en muchos documentos, así como su participación en cuestiones locales.
El mundo moderno
La entrada en la época moderna no hizo variar mucho las cosas de nuestro pueblo.
Desgraciadamente, nuestras tierras, fruto de su condición de lugar de paso y comunicación, fueron escenario de nuevo de numerosas guerras. Una de las más cruentas fue la de los Segadors del siglo XVIII, cuando las huestes castellanas se hicieron fuertes en Lleida. Entonces, las rencillas entre los castellanos y los catalanes pasaron por la zona provocando requisas y destrucción.
Las guerras no eran la única preocupación de los aldeanos. Además, se sumaban las plagas, las malas cosechas y la peste. Una de las más cruentas asoló Cataluña en torno a 1600.
Después de unos años de paz y prosperidad, la cuestión por la sucesión al trono volvió a causar estragos en la comarca, escenario de nuevo de los enfrentamientos entre los dos ejércitos.
Pese a los estragos de la guerra de los primeros años, el resto del siglo XVIII fue una época de relativa tranquilidad y estabilidad. A lo largo del siglo aumentaba la población, así como la producción. Fue época de transformaciones, de nuevas construcciones, de cultura e ilustración... en definitiva, de bienestar, a pesar de las crisis por la inestabilidad del sistema. Vilagrassa vivió en aquellos años un gran incremento de población y disfrutó de las ventajas del momento.
Los siglos XIX y XX
El siglo siguiente trajo de nuevo confusión, guerras y malestar. La guerra del Francés movilizó activos de la comarca y sabemos que el somatén de Vilagrassa fue a Vic y participaron en la batalla del Bruc. Asimismo, nuestras tierras volvieron a ser campo de batalla hacia la conquista de Lleida y de nuevo destrucción y exilio.
Este fue también un siglo de grandes cambios en las estructuras sociales mantenidas a lo largo de siglos. En 1833 se abolieron las señorías y los dilemas sobre los pueblos, aunque los señores conservaron sus propiedades. Se terminan así toda la serie de privilegios sobre tierras de los señores y las rentas de las que gozaban. Los marqueses de Cerdanyola dejaron de ser señores de Vilagrassa, así como de los cercanos Claravalls y Castellnou. La última visita de la marquesa viuda había sido en 1802.
Unos años más tarde llegaron las desamortizaciones de Mendizábal (1835-37), cuando la iglesia se ve obligada a dejar sus propiedades, iniciándose una destrucción importante del patrimonio religioso.
A pesar de los hechos devastadores como guerras, sequía y plagas, la segunda mitad del XIX fue el momento de la llegada de las mejores técnicas de la zona, como el ferrocarril, la carretera, la luz eléctrica, el teléfono, el telégrafo, el agua corriente, las escuelas, la industrialización o el comercio. Llegaron progresivamente a la comarca y en Vilagrassa lo hizo de forma desigual, y no paralela a las poblaciones vecinas. El tren, inaugurado en 1860, pasó de largo de la villa, a pesar de circular junto a las casas. En 1861 el agua empezó a correr por el nuevo Canal de Urgell.
Sin embargo el agua fue arrolladora un fatídico 23 de septiembre de 1874, la famosa rubinada de Santa Tecla. La noche del 22 al 23 muchas poblaciones de Cataluña se vieron arrasadas por la fuerza del agua que se llevó huertos, casas y vidas humanas. En Vilagrassa la rubinada vino del Ondara y el Cercavins. Murieron trece personas.
Se inició también el resurgimiento cultural de la comarca, dentro de las corrientes generales catalanas como la Renaixença, con la aparición de sociedades recreativas, corales, revistas, artistas,... que impulsaban fiestas, actos o manifestaciones culturales. El resurgimiento cultural y asociativo también floreció en Vilagrassa, con la creación de unos grupos de aficionados en el teatro, el Cor Nova Germanor y un equipo de fútbol. O la Sociedad Cultural Recreativa Centro Vilagrasense.
Eran años también de revueltas obreras y campesinas, de luchas de clase y movilización por mejorar los derechos de los trabajadores. En Vilagrassa sabemos que se fundó una Federación Obrera.
El pueblo sufrió bombardeos a lo largo de la guerra. Uno de los más cruentos fue el 5 de abril de 1938, donde murieron varias personas de Vilagrassa. Unos diecisiete jóvenes del pueblo fueron llamados a filas en la llamada Quinta del Biberó. En total murieron ocho vilagrasenses durante la guerra.
La posguerra fue penosa, con limitaciones y miseria. Fueron años de muchas penurias, que sólo el esfuerzo de la gente pudo solucionar. Más adelante, durante la década de los sesenta, se produjo un relanzamiento económico a través de la industrialización, la mecanización del campo y las migraciones de la población.
Se establecieron algunas industrias y pequeños comercios. El enderezamiento social, político y cultural tuvo que esperar unos años más, hasta la llegada de la democracia que siguió a la muerte del dictador Franco.
Los años noventa han traído también la aparición de muchas asociaciones y entidades sin ánimo de lucro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario